jueves, 24 de junio de 2010

miércoles, 23 de junio de 2010

martes, 22 de junio de 2010

Fragmentos de "Así que pasen 5 años" de Federico García Lorca

JOVEN. ¡Pues si yo me pongo a pensar en ella!, la dibujo, la hago moverse blanca y viva; pero de pronto,¿quién le cambia la nariz o le rompe los dientes o la convierte en otra llena de andrajos que va por mi pensamiento, monstruosa, como si estuviera mirándose en un espejo de feria?
VIEJO. ¿Quién? ¡Parece mentira que usted diga «quién»! Todavía cambian más las cosas que tenemos delante de los ojos que las que viven sin distancia debajo de la frente. El agua que viene por el río es completamente distinta de la que se va. ¿Y quién recuerda un mapa exacto de la arena del desierto... o del rostro de un amigo cualquiera?
JOVEN. Sí, sí. Aún está más vivo lo de adentro aunque también cambie. Mire usted, la última vez que la vi no podía mirarla muy de cerca porque tenía dos arruguitas en la frente, que como me descuidara, ¿entiende usted?, le llenaban todo el rostro y la ponían ajada, vieja, como si hubiera sufrido mucho. Tenía necesidad de separarme para... ¡enfocarla!, ésta es la palabra, en mi corazón.
VIEJO. ¿A que en aquel momento que la vio vieja ella estaba completamente entregada a usted?
JOVEN. Sí.
VIEJO. ¿Completamente dominada por usted?
JOVEN. Sí.
VIEJO. (Exaltado.) ¿A que si en aquel preciso instante ella le confiesa que lo ha engañado, que no lo quiere, las arruguitas se le hubieran convertido en la rosa más delicada del mundo?
JOVEN. (Exaltado.) Sí.
VIEJO. ¿Y la hubiera amado más precisamente por eso?
JOVEN. Sí, Sí.
VIEJO. ¿Entonces? ¡Ja, ja, ja!
JOVEN. Entonces... Es muy difícil vivir.

(Entra el Padre de la Novia. Es un viejo distraído. Lleva unos prismáticos colgados al cuello.
Peluca blanca. Cara rosa. Lleva guantes blancos y traje negro. Tiene detalles de una delicada
miopía.)

PADRE. ¿Estás ya preparada?
NOVIA. (Irritada.) Pero ¿para qué tengo yo que estar preparada?
PADRE. ¡Que ha llegado!
NOVIA. ¿Y qué?
PADRE. Pues que como estás comprometida y se trata de tu vida, de tu felicidad, es natural que estés contenta y decidida.
NOVIA. Pues no estoy.
PADRE. ¿Cómo?
NOVIA. Que no estoy contenta. ¿Y tú?
PADRE. Pero hija... ¿Qué va a decir ese hombre?
NOVIA. ¡Que diga lo que quiera!
PADRE. Viene a casarse contigo. Tú le has escrito durante los cinco años que ha durado nuestro viaje. Tú no has bailado con nadie en los transatlánticos... No te has interesado por nadie. ¿Qué cambio es éste?
NOVIA. No quiero verlo. Es preciso que yo viva. Habla demasiado.
PADRE. ¡Ay! ¿Por qué no lo dijiste antes?
NOVIA. ¡Antes no existía yo tampoco! Existía la tierra y el mar. Pero yo dormía dulcemente en los almohadones del tren.
PADRE. Ese hombre me insultará con toda la razón. ¡Ay, Dios mío! Ya estaba todo arreglado. Te había regalado el hermoso traje de novia. Ahí dentro está, en el maniquí.
NOVIA. No me hables de esto. No quiero.
PADRE. ¿Y yo? ¿Y yo? ¿Es que no tengo derecho a descansar? Esta noche hay un eclipse de luna. Ya no podré mirarlo desde la terraza. En cuanto paso una irritación se me sube la sangre a los ojos y no veo. ¿Qué hacemos con este hombre?
NOVIA. Lo que tú quieras. Yo no quiero verlo.
PADRE. (Enérgico y sacando fuerzas de voluntad.) ¡Tienes que cumplir tu compromiso!
NOVIA. ¡No lo cumplo!
PADRE. ¡Es preciso!
NOVIA. No.
PADRE. ¡Sí! (Hace intención de pegarle.)
NOVIA. (Fuerte.) No.
PADRE. Todos contra mí. (Mira al cielo por el balcón abierto.) Ahora empezará el eclipse. (Se dirige al balcón.) Ya han apagado las lámparas. (Con angustia.) ¡Será hermoso! Lo he estado esperando mucho tiempo. Y ahora ya no lo veo. ¿Por qué lo has engañado?
NOVIA. Yo no lo he engañado.
PADRE. Cinco años, día por día. ¡Ay, Dios mío!
(La Criada entra precipitadamente y corre hacia el balcón; fuera se oyen voces.)
CRIADA. ¡Están discutiendo!
PADRE. ¿Quién?
CRIADA. Ya ha entrado. (Sale rápidamente.)
PADRE. ¿Qué pasa?
NOVIA. ¿Dónde vas? ¡Cierra la puerta! (Con angustia.)
PADRE. Pero ¿por qué?
NOVIA. ¡Ah!

(Aparece el joven. Viene vestido de calle. Se arregla el cabello. En el momento de entrar se
encienden todas las luces de la escena y los ramos de bombillas que llevan los ángeles en la
mano. Quedan los tres personajes mirándose, quietos y en silencio.)

JOVEN. Perdonen...
(Pausa.)
PADRE. (Con embarazo.) Siéntese.
(Entra la Criada muy nerviosa, con las manos sobre el pecho.)
JOVEN. (Dando la mano a la Novia.) ¡Ha sido un viaje tan largo!
NOVIA. (Mirándolo muy fija y sin soltarle la mano.) Sí. Un via je frío. Ha nevado mucho estos últimos años. (Le suelta la mano.)
JOVEN. Ustedes me perdonarán, pero de correr, de subir la escalera, estoy agitado. Y luego... en la calle he golpeado a unos niños que estaban matando un gato a pedradas.

(El Padre le ofrece una silla.)

NOVIA. (A la Criada.) Una mano fría. Una mano de cera cortada.
CRIADA. ¡La va a oír!
NOVIA. Y una mirada antigua. Una mirada que s e parte como el ala de una mariposa seca.
JOVEN. No, no puedo estar sentado. Prefiero charlar... De pronto, mientras subía la escalera, vinieron a mi memoria todas las canciones que había olvidado y las quería cantar todas a la vez.
(Se acerca a la Novia.)
... Las trenzas...
NOVIA. Nunca tuve trenzas.
JOVEN. Sería la luz de la luna. Sería el aire cuajado en bocas para besar tu cabeza.
(La Criada se retira a un rincón. El Padre se asoma a los balcones y mira con los prismáticos.)
NOVIA. ¿Y tú no eras más alto?
JOVEN. No.
NOVIA. ¿No tenías una sonrisa violenta que era como una ga rra sobre tu rostro?
JOVEN. No.
NOVIA. ¿Y no jugabas tú al rugby?
JOVEN. Nunca.
NOVIA. (Con pasión.) ¿Y no llevabas un caballo de las crines y matabas en un día tres mil faisanes?
JOVEN. Jamás.
NOVIA. ¡Entonces! ¿A qué vienes a buscarme? Tenías las ma nos llenas de anillos. ¿Dónde hay una gota de
sangre?
JOVEN. Yo la derramaré si te gusta.
NOVIA. (Enérgica.) No es tu sangre. ¡Es la mía!
JOVEN. ¡Ahora nadie podrá separar mis brazos de tu cuello!
NOVIA. No son tus brazos, son los míos. Soy yo la que se quiere quemar en otro fuego.
JOVEN. No hay más fuego que el mío. (La abraza.) Porque te he esperado y ahora gano mi sueño. Y no
son sueño tus trenzas porque las haré yo mismo de tu cabello, ni es sueño tu cintura donde canta la sangre
mía, porque es mía esta sangre, ganada lentamente a través de una lluvia, y mío este sueño.
NOVIA. (Desasiéndose.) Déjame. Todo lo podías haber dicho menos la palabra sueño. Aquí no se sueña.
Yo no quiero soñar... Yo estoy defendida por el tejado.
JOVEN. ¡Pero se ama!
NOVIA. Tampoco se ama. ¡Vete!
JOVEN. ¿Qué dices? (Aterrado.)
NOVIA. Que busques otra mujer a quien puedas hacerle trenzas.
JOVEN. (Como despertando.) ¡¡No!!
NOVIA. ¿Cómo voy a dejar que entres en mi alcoba cuando ya ha entrado otro?
JOVEN. ¡Ay! (Se cubre la cara con las manos.)
NOVIA. Dos días tan sólo han bastado para sentirme cargada de cadenas. En los espejos y entre los encajes
de la cama oigo ya el gemido de un niño que me persigue.
JOVEN. Pero mi casa está ya levantada. Con muros que yo mismo he tocado. ¿Voy a dejar que la viva el
aire?
NOVIA. ¿Y qué culpa tengo yo? ¿Quieres que me vaya contigo?
JOVEN. (Sentándose en una silla, abatido.) Sí, sí, vente.
NOVIA. Un espejo, una mesa estarían más cerca de ti que yo.
JOVEN. ¿Qué voy a hacer ahora?
NOVIA. Amar.
JOVEN. ¿A quién?
NOVIA. Busca. Por las calles, por el campo.
JOVEN. (Enérgico.) No busco. Te tengo a ti. Estás aquí, entre mis manos, en este mismo instante, y no me
puedes cerrar la puerta porque vengo mojado por una lluvia de cinco años. Y porque después no hay
nada, porque después no puedo amar, porque después se ha acabado todo.
NOVIA. ¡Suelta!
JOVEN. No es tu engaño lo que me duele. Tú no eres nada. Tú no significas nada. Es mi tesoro perdido. Es
mi amor sin objeto. ¡Pero vendrás!
NOVIA. ¡No iré!
JOVEN. Para que no tenga que volver a empezar. Siento que se me olvidan hasta las letras.
NOVIA. ¡¡No iré!!
JOVEN. Para que no muera. ¿Lo oyes? ¡Para que no muera!
NOVIA. ¡Déjame!
CRIADA. (Saliendo.) ¡Señorita! (El Joven suelta a la Novia.) ¡Señor!

- Fragmentos de "Así que pasen 5 años" de Federico García Lorca.

martes, 25 de mayo de 2010

Enferma y ...

Sin nadie que me abrace.

lunes, 3 de mayo de 2010

jueves, 18 de marzo de 2010