sábado, 7 de junio de 2014

Cuando vuelva a latir


Y así pues… se quedó con miedo. Dolía, temblaba, perdió su ritmo y me confundía. Me dejaba sin aire, me hacía doler la barriga, la cabeza, debilitaba mis rodillas. Me daban ganas de vomitar, de llorar, de arrancarlo y botarlo, de abandonarlo, acusarlo, atacarlo, matarlo. Prometí más de una vez no volver a confiar en él, no abrirlo más, no hacerlo latir y por ende, nunca con nadie ni nada, compartir. Despavorido, agotado y asustado se quedó un buen tiempo dormidito a mi lado. Se volvió flojo, dormilón, un poco antipático y regañón. Lo entendí. Yo también la pasé mal pero él peor. Yo por lo menos, tenía a mi cabeza y mi intuición diciéndome que todo iba a estar bien. Él no. No había quién le explique que aunque en ese momento no le pareciera real, él iba a encontrar otro motivo para volver a palpitar. Claro, lo entiendo. Él era el más afectado, yo tenía el camino fácil; trabajo, amigos, familia, proyectos, viajes, libros, ideas, canciones, películas y una serie de cosas que me distraían. Pero para él… latir era lo único que sabía hacer, lo único que le interesaba, para lo cual existía… Y ya no latía. 

Así estuvo un buen tiempo… resentido hasta las venas. Por ahí que algún simpático se cruzaba por nuestro camino y yo le pedía que por favor por lo menos tres latidos me regalara, pero él nada. Por ahí otra persona especial pasaba y yo le rogaba que por favor palpitara por lo menos un par de semanas solo para ilusionarme, para soñar, para hacerme ideas, sin importar que sea real… era solo para despegar los pies de la tierra y divertirme un rato imaginando… pero él, tieso y fuerte se negaba a hacerme caso. Así se cruzaron varios y fue imposible convencerlo a latir. Llegué a sentir miedo de que no volviera a su estado natural. Y pensar que antes tenía que controlarlo para que no lata por cualquiera y ahora me veía rogándole que por favor me regale unos cuantos días de taquicardias bonitas, de esas que me gustan porque son de purita felicidad y saben perfectamente cuándo parar y convertirse en paz. 

Así funciona él; sin presión, sin mente, sin intuición… no se de qué michi será cuestión pero así funciona él. Ahora dice que ya sabe lo que quiere y que cuando lo encuentre latirá bien fuerte. Me lo promete. Mientras tanto… que lo deje de joder.



No hay comentarios:

Publicar un comentario