domingo, 20 de abril de 2014

Cierra las piernas

"...La niña se fue, poco a poco, convirtiendo en mujer y sus sentimientos también. El espacio que existía entre su cuerpo y el otro durante una canción, desapareció. Para ella era muy fácil notar cuando él la deseaba. Para ella era muy fácil notar cuánto a él le gustaba; era mucho. A ella también le gustaba mucho. 

Fue en ese momento de su vida, en el que comenzaba a sentir cosas y estaba comenzando a encontrarse con su “ello” más primitivo, más animal, que su papá le dijo algo que nunca pudo olvidar. "¿Tú quieres ser feliz? ¿Quieres ser realmente feliz?" Le preguntó un domingo mientras regresaban de pasar un día familiar “Claro que sí papá” respondió ella convencida y a la vez ilusionada por escuchar el secreto de felicidad que estaba a punto de darle su papá. “Cierra las piernas hasta el matrimonio. Cierra las piernas” fue el consejo del hombre más alucinante y admirable para ella. “Cierra las piernas”. Ni una palabra más, ni una menos.

Desde entonces, cada vez que sus instintos querían apoderarse de ella, la primera imagen que se venía a su cabeza era la de su padre dándole el secreto de la felicidad. Pasaron uno, dos, tres y hasta cuatro años y el chico mayor, su primer amor, seguía esperando. Cada vez le gustaba más, cada vez sentía más, cada vez quería más, pero nunca más que ser feliz. Ser feliz con él. Su mente había hecho que todo tenga sentido. “Si quiero que este hombre se quede a mi lado, debo mantener las piernas cerradas para lograrlo” Así pensaba, así sentía, así vivía… Un consejo, cobró más fuerza que su instinto. Las palabras de su padre se introdujeron en lo más profundo de su inconsciente y el sexo para ella se convirtió en sinónimo de entregarle a uno todo lo que posee, todo lo que importa, todo aquello en que uno consiste en lo más íntimo de sí. Entregarse era correrse el riesgo de perder al ser amado... "

"...Hasta que alguien más apareció. A él se entregó, poco a poco, pero se entregó porque nunca pensó que podía ser capaz de enamorarse de él. Hasta que sucedió. Se enamoró. No solo se entrego, también amó. Hizo el amor por primera vez; se le salieron hasta las lágrimas más de una vez. Entendió en la acción lo que había construido en teoría: “...entregarle a uno todo lo que posee, todo lo que importa, todo aquello en que uno consiste en lo más íntimo de sí” Lo entendió y lo vivió. Más que eso, no había. No existía una muestra de necesidad y cariño más grande. Le dio sentido a la palabra "placer" y la amarró con su razón de ser. No fue capaz de separar su cuerpo del suyo más. Los elementos más peligrosos habían sido mezclados y no había marcha atrás; amor + sexo. Nunca había experimentado ambos juntos. Cuando antes hubo amor no pudo abrir sus piernas con el fin de no perderlo, cuando las abrió fue solo con la condición de que no haya amor. Esta vez ambos se habían juntado con miles de elementos más que no vale la pena mencionar..."



"...Para ella significó la pérdida de la identidad personal. Dejó de ser ella para ser él. Pasó a segundo plano ella para priorizarlo a él. Un acto sin orgasmo, sin atención, sin abrazos luego, ni consideración... pero lleno de amor para ella. Todo lo demás dejó de importar. Quedaron abolidas las fronteras con el otro y los límites fueron desapreciendo con el tiempo. Para ella no había distinción entre los dos. Hasta que... hasta que - como todo -  terminó. A la fuerza tuvo que encontrarse a sí misma, encontrar su centro, botar toda la energía introducida dentro de ella en los últimos años para recuperar la suya..."

"...Luego de esa experiencia, imposible para ella de separar lo físico de lo sentimental. Es dejar que otro introduzca su energía en ti. Es correrse el riesgo de eliminar límites que luego será muy doloroso volver a trazar. Es vivir lo mágico para luego desgarrarlo con la realidad. Es introducir en el inconsciente a una persona que luego no podrás sacar. Es regalarle a alguien todo lo que eres en lo más íntimo de tí..."

"...Ahora ella vuelve a recordar el secreto de la felicidad. Ahora no solo es un consejo de su persona más especial, sino un mecanismo de defensa que espera y ruega algún día dejar de utilizar..."

(Párrafos de "Cierra las piernas")



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