domingo, 3 de mayo de 2009

Club Silencio

Ayer en uno de los ensayos para una puesta en escena que tiene como objetivo juntar las historias, experiencias e inquietudes de un grupo de estudiantes de artes escénicas, vimos Muholland Drive de David Lynch. Una película que pertenece a una esfera alejada del cine que está hecho para entretener, para narrar, para criticar. Es una película que remite a tu intuición y en donde te dan un papel igual de importante que el resto del reparto ya que te permiten utilizar la sensibilidad intuitiva, experiencias personales y formación cultural para darle significado a la historia que se narra. Ese espacio libre de explicación y cargado de simbolismo es lo que permite que uno mismo imagine el resto.

Me esforzaba por entender el antes y el después, la causa y el efecto, sin embargo más fácil se me hizo utilizar la libertad que la película ofrecía para introducirme en ella y poner en imágenes ajenas aquellas sensaciones e ideas que pasan por mi y que ignoro inmediatamente al no comprenderlas y al no encontrarle una lógica. Que prefiero ignorar como una forma de facilitarme la vida.

Plasmaba la dualidad que a veces considero que tengo. El Yo en perfección y el otro. Aquél que responde lo que quieren escuchar, piensa como se lo propone, actúa como le gusta y es lo que le parece que debería de ser. El yo que camina de frente como un zombie sin parar a cagarla, sin retroceder a cagarla de nuevo. El yo que mira hacia fuera para no mirarse a sí mismo, el que le conviene pensar que es el resto el que está mal, que es el resto que lo hace llorar, el resto que lo enferma, el resto que no lo entiende y es el resto lo que necesita a la vez. El yo que se da tranquilidad y felicidad engañándose a sí mismo.

El otro existe en momentos de silencio, de sueños, de pensamientos. El otro es el que es real, el más difícil de explicar, del cual no puedo escribir y mucho menos hablar. El que existe y no se oye. No se escucha. Soy, por momentos el Club Silencio en donde “no hay banda”. En donde todo lo que se oye está previamente preparado. Todo es un casete. Una ilusión.


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